¿Te has preguntado alguna vez por qué algunas personas dejan de fumar, comienzan a ir al gimnasio, a comer sano, o a meditar, con facilidad, rapidez, y apenas sin recaer?
¿Cuál será la clave que más debemos cuidar para que, una vez iniciada una propuesta, no decaiga?
Quédate a ver esta videoteca y ofrécete a ti y a tus seres queridos, los mejores resultados posibles en las actitudes y conductas más importantes.
Muy buenas, Soy Iago Taibo Corsanego, director del centro Positivarte Psicología Positiva, y hoy quiero hablarte de un elemento muy importante y del que se habla muy poco. ¡Nuestra tendencia a valorar cada pequeño paso que damos!
Supongo que eres consciente de que el criticismo y la negatividad son factores tremendamente presentes en el mundo actual. ¿por qué? Bueno, muchos investigadores han acuñado el término “sesgo de negatividad” para afirmar que esto es inevitable, parte de nuestra especie. Muchos otros pensamos que esto es un gran error. Te parece que los niños, las sociedades tribales, las personas que han crecido en familias especialmente sanas, no expuestas a tendencias típicas de las grandes urbes o medios de comunicación de masas, ¿son especialmente negativos? Creo que estarás sonriendo al pensarlo, porque te das cuenta de que no. Nuestra tendencia a encontrarnos bien y a la positividad nos define. Es la que nos ha enseñado a cooperar, a ser tan constructivos y creativos, generando los grandes logros de la humanidad. Recuerda que te hablé sobre el fantástico libro de Rutger Bregman, “dignos de ser humanos”, que te brinda muchos datos a este respecto.
También, como ha salido en otros vídeos, el trabajo en mejorar la autoestima es el objetivo más frecuente que trazamos en las consultas. Los niveles de autoestima no están muy bien actualmente, causando dos tendencias que nos perjudican mucho:
a) autocrítica: ver el lado negativo de lo que hacemos o somos
b) autoexigencia: pedirnos constantemente más y más
Te imaginarás, que esto supone una gran carga de estrés, emociones negativas, agotamiento, creencias negativas /y falsas) de nosotros mismos. Lo cual acaba reduciendo la concentración, la motivación, el bienestar… creando una peligrosa cadena de causas y efectos.
Otro de los problemas parece estar vinculado con el famoso circuito de la recompensa, dominado por la segregación de dopamina. Como actualmente tenemos tanto acceso a estímulos y conductas que contribuyen a su segregación (comida, interacción social, estímulos excitantes, juegos, modas, compras… están hiperaccesibles, como nunca antes en la historia), el funcionamiento general de la dopamina se va alterando, y no está disponible para cuando realmente es necesaria: apoyarnos en las tareas importantes y complejas.
A nivel cultural o familiar, mucha gente se da cuenta en los datos que vamos extrayendo en consulta, que no suelen pensar en lo bueno que han hecho, en los méritos que tienen, porque con frecuencia les han dicho cosas como:
–un 8 está bien, pero perfectamente podrías haber sacado un 10
-no vayas diciendo que sacaste un 8, que va a hacer daño a tu hermano que sacó un 6
-es arrogante ir diciendo por ahí lo que se te ha dado bien
Por favor, reflexiona sobre esto y deja de hacerlo.
Nuestra motivación, y desde ella, nuestros procesos de cambio, dependen en gran medida de cuánto valor tendamos a colocar en lo que ya somos, en lo que hacemos o en lo que queramos hacer. Y no llega con simplemente pensarlo un segundo, sino realmente que ocupe un tiempo significativo, y con una intensidad emocional considerable. Si lo practicamos al revés: pensar mucho en lo que nos gustaría ser, pero no somos, o hacer, pero no hemos hecho, causará que nos encontraremos bastante mal. En general está sucediendo mucho esto: lo que efectivamente he hecho bien ni lo pienso casi, porque hay esta premisa de que “es mi obligación”. Sin embargo, lo que “podría haber hecho mejor” que es una hipótesis… que quizás ni es factible… mucha gente lo piensa durante horas, con alta intensidad emocional, llega hasta a llorar. Esto sí que va creando un gran sesgo negativo en el cerebro, pero hoy estás aprendiendo a prevenirlo y a compensarlo
A que, a tu hijo, para que aprenda, ni se te ocurriría decirle: oye, qué tonto, solo sabes la a y la b, eso no sirve para nada, te quedan todas las letras por aprender. Le ayudarías a darse cuenta de lo importante que es conocer esas dos letras, a sentirse orgulloso por lo que está progresando, a disfrutar del proceso, etc. Esto es lo que significa el término autocompasión: acompañarnos, valorarnos, apoyarnos cognitiva y emocionalmente en el paso a paso para lo que deseamos construir. Esa voz de ánimo, comprensión y ayuda que sabe, como Confucio, que el camino de mil millas empieza con un solo paso.
Así que, desde ahora mismo, cada vez que hagas, pienses o sientas algo bonito, diseña tu propia manera de reforzarte. Puede ser sonreír pensando unos instantes en por qué esto es valioso, cuánto va a aportar a tu vida, cómo te sientes al ver que piensas así… La intensidad y la frecuencia son importantes, porque algunas personas a los que se lo pido me lo leen como si fuese la lista de la compra. Con seriedad, sin ilusión, sin orgullo. No se trata de que brindes con champagne cada vez que das los buenos días… ¿pero te das cuenta lo valioso que es ser educado, sonriente, ¿cuánto se aporta a la sociedad con un simple gesto como ese? Está muy claro: tenemos que volver a poner los valores humanos, tanto compartidos, como los individuales, en el centro de nuestras mentes: sentir el orgullo por ellos, pensarlos con frecuencia, poder emocionarnos por los valores sencillos (de hecho, mucho más que por aquello que podría salir mal y que casi nunca acaba sucediendo). Así vas construyendo tu yo real, haciéndolo más fuerte, creando tu autoestima estable, tu bienestar creciente. Al pensar con frecuencia e intensidad sobre lo valioso que haces, va cambiando positivamente tu imagen de ti misma, con consciencia y confianza en tus capacidades. Lyubomirsky o Jennifer Crocker encuentran como estos trabajos en la promoción de la autoestima mejoran la felicidad y la autorregulación (claro, porque la crítica nos distrae, nos satura…).
Sin duda alguna las personas que practican esta autovaloración, son más perseverantes, piensan más en lo que quieren, cómo lograrlo, y qué deben decirse y hacer para avanzar, por poco que sea. Gran potenciador de la motivación, de la autenticidad, del sentido vital.
¿Maneras de practicarlo? Yo lo incluyo en mi método de los 3 diarios, que puedes ver en la videoteca 17 pero otras personas prefieren llevar exclusivamente un diario de agradecimiento y/o logros. Recuerda que es muy recomendable que estos hábitos puedan practicarse al iniciar y/o acabar el día, dado el poder especial que tienen estos momentos para condicionar un mayor impacto en la memoria.
Cada pequeño logro, habito o incluso pensamiento que te parece valioso, te acerca más a quien quieres ser, a tu bienestar. Deja de quitarle valor, porque lo tiene. Y dado a que te emocionas positivamente por él, tu cerebro lo recordará mejor y facilitará que aparezcan pensamientos y procesos asociados a ello. Así, aumentas la probabilidad de que los buenos hábitos crezcan y acaben convirtiéndose en parte de tu cotidianidad.
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