Todo lo que la investigación que la Psicología Positiva ha desarrollado, tiene un alto potencial de mejora de la salud psicológica y el bienestar de todas las personas, pero probablemente, si empiezan a aplicarse esos hallazgos desde edades muy tempranas, la prevención de trastornos psicológicos, así como la consecución de niveles de bienestar personal óptimos, pueden llegar a cotas hasta ahora insospechadas. Qué mejor modo de hacerlo que a través de los programas curriculares de la educación pública, en sus 4 etapas: infantil (hasta los 6 años), primaria (hasta los 12), secundaria (hasta los 16) y bachillerato (hasta la mayoría de edad).
En España, la cabeza de la aplicación de la Psicología Positiva en la educación la lleva claramente el Equipo SATI (grupo de Trabajo dependiente del Centro de Profesores y Recursos “Juan de Lanuza” de Zaragoza) con su programa denominado Aulas Felices- Psicología Positiva Aplicada a la Educación. Es coordinado por Ricardo Arguís y constituido además por Silvia Hernández, Ana Pilar Bolsas y María del Mar Salvador. Su intervención, aunque mucho más completa y compleja en profundidad, es presentada por los autores como con 2 componentes de programa:
1.- Atención plena-Mindfulness
2.- Educación de las 24 fortalezas del carácter
Dicho equipo, además de producir y aplicar un proyecto tan interesante y con tantas posibilidades positivas, hace gala de la fortaleza de la generosidad y pone a disposición de todo el mundo su programa: https://catedu.es/
(por supuesto, siempre que se use sin fines comerciales y citando a la fuente). En la conferencia online presente en la página también podemos ver algunos ejemplos de cómo aplican dicho programa y de nociones sobre felicidad (de Seligman y Lyubomirsky, por ejemplo), mindfulness y fortalezas.
Sería muy interesante poder contar, en un futuro no muy lejano, con datos sólidos y estadísticas que nos indiquen qué efecto concreto tienen este tipo de programas en la salud física y mental, el rendimiento escolar y en el bienestar subjetivo de los beneficiarios, a corto, medio y largo plazo. Sólo por el mero hecho de contribuir a prevenir los trastornos, físicos (por ejemplo, infecciones leves, por un mejor funcionamiento inmunitario producto de una menor presencia de estados ánimo bajos y estrés) y sobre todo mentales, ya debería considerarse una intervención muy deseable, incluso prioritaria, a la luz de los datos actuales: “La situación actual de crisis económica ha agravado notablemente la prevalencia de los problemas de ansiedad y depresión en la población y se estima que en el año 2020 serán la primera causa de discapacidad en el mundo.” (Cano Vindel, 2012).
En Positivarte también trabajamos para que la Psicología Positiva en la Educación se conozca cada vez más y mejor.