En los últimos años, quizás a consecuencia de la situación socioeconómica de nuestro país, proliferan mucho las acciones –bien sea en forma de publicación de libros, creación de cursos, congresos, conferencias, presencia en los medios, etc.- de traslado o aplicación de la Psicología Positiva hacia la población general y su bienestar (fuera del marco clínico, educativo, organizacional y social [evidentemente, si entendemos el marco social como las estructuras organizativas y administrativas y no como el conjunto de los ciudadanos].
Como psicólogo, no puedo más que decir que este tema me parece que está en “zona de riesgo”. Como ya he apuntado, en base a los datos de la OMS y de la APA, es indiscutible el hecho de que la prevalencia de los trastornos mentales está aumentando de forma casi exponencial. El estrés, la globalización, las nuevas tecnologías, los cambios en los modos de relacionarse, incluso la reducción de la espiritualidad parecen estar influyendo de modo potente en el bienestar subjetivo de las personas.
¿Qué podemos hacer a este respecto? Es muy cierto que desde la Psicología General se llevan diseñando programas para para Salud y para la Prevención de la enfermedad durante décadas. Pero, ¿está llegando esto a la población o es esto suficiente?. Mi impresión es que no.
Como apuntaba Vera, 2008, “La industria de la autoayuda genera unos 2.000 nuevos libros cada año (de los que se calcula que el 95% se publican sin investigación que documente su efectividad)”. Y son 2000 títulos nuevos, con sus correspondientes tiradas y reediciones (con suerte). A lo que se le puede sumar un incremento de las consultas psicológicas tanto en el sector público como en el privado, seguramente a causa de la situación económica, gran crecimiento de la demanda del coaching (faltaría distinguir qué porcentaje corresponde a casos de psicopatología, a búsqueda de mejoras en el bienestar y a una mera búsqueda de orientación), las terapias alternativas y un abanico infinito de terapias “modernas”.
¿A qué responde esto? Si usamos la definición amplia de salud la OMS (Organización Mundial de la Salud), ya en 1948, de “un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad”, creo que podemos ver con mayor claridad.
Para alcanzar un buen nivel de bienestar físico, mental y social, ¿Qué se necesita?. Evidentemente, en el bienestar físico tiene un porcentaje de influencia más bien limitado la psicología (desde mi punto de vista, éste es mucho mayor que la mayoría de la gente, sobre todo el personal sanitario, piensa), pero en el mental y social, la potencialidad de mejora la aporta en su casi totalidad, la Psicología. Y si no existe el trastorno mental o éste ha sido tratado ya con éxito, qué se puede hacer para contribuir a la salud, según la definición anterior.
Son muchos los cursos relacionados con la Psicología que se pueden ver en las páginas webs, tablones de anuncios, periódicos y revistas, que pretenden aportar en este sentido. A mi modo de ver, el problema está llegando porque nada de esto está regulado. Ahora que contamos con extensas revisiones de lo que funciona en psicología (extensas, no suficientes), pienso que deberíamos tener algún tipo de regulación que asegure que la Psicología que le está llegando al consumidor tiene todas las garantías de eficacia necesarias, y así se vea incrementada la salud general.
La Psicología Positiva para el bienestar general sin duda está realizando grandes esfuerzos y avances en esta dirección. El bienestar mental y social, se pone a prueba bajo el marco del método científico: se prueban diferentes tareas y actividades y cómo ellas influyen (positiva, negativamente o de modo no significativo) en nuestro bienestar. Las que son demostradas como eficaces, pasan a incorporarse al arsenal de técnicas de la PsP y enseñadas en cursos, talleres, seminarios, congresos, etc.
Curso de verano en la Universidad Complutense, charlas de los expertos en asociaciones, fundaciones, escuelas, escuelas de negocios, etc., publicación de libros con carácter divulgativo (pero con una base sólida), creación de programas de intervención para colectivos e instituciones, etc., son indicios de que se empieza a labrar un buen camino, en el cual el bienestar es abordado de una manera seria y con garantías de eficacia. Así contribuye la Psicología Positiva a la Salud general (y por lo tanto, al bienestar) y permite a las personas mejorar su calidad de vida y superar aquellas cosas que aunque no supongan cuestiones patológicas, limitan en cierta medida su felicidad y potencialidad para vivir una vida mejor, más significativa.