¡Muy buenas!
Hoy quiero hablarte de un modelo que he diseñado para que potenciemos intensamente la autoestima, nuestra capacidad y tendencia a agradecer, y la claridad que poseemos a la hora de pensar y sentir lo que tiene valor en nuestra vida. Veo esto profundamente necesario, tanto porque creo que en el fondo es algo natural en nosotros, como porque se ha ido creando una tendencia creciente a todo lo contrario. El perfeccionismo, la exigencia, el criticismo, la comparación, el acoso o el estrés, son fenómenos frecuentes en nuestra sociedad, y están generando un impacto negativo bastante considerable. Por supuesto, no hay nada malo en querer mejorar, aprender, conseguir retos, pero millones de personas lo están enfocando de un modo muy dañino para su autoestima.
Por ejemplo, después de una dura jornada laboral de 8 horas, donde nos hemos esforzado en construir cosas necesarias y valiosas, un porcentaje significativo de la población cae en hábitos destructivos: se critica por no haber producido aún más, se agobia por su ello puede perjudicarles, se preocupa por cómo ha tratado a un compañero, por si podría haber interpretado negativamente algo que hicieron o dijeron, sigue trabajando mentalmente respecto a lo que tendrá que hacer al día siguiente, etc. Sin embargo, muy poca gente realiza lo contrario: agradecerse por haber trabajado otro día más, por la fuerza que ha mostrado su cuerpo y mente durante la jornada, por lo sonriente y amable que ha sido con sus compañeros, contribuyendo a un mejor clima, por lo mucho que ha contribuido su esfuerzo a la institución para la que trabaja, por la inteligencia que ha demostrado a la hora de resolver alguna dificultad que apareció y un largo etcétera.
Creo que es esencial que reflexionemos sobre esto. Que en la cultura se haya instalado el deseo de mejorar, es algo estupendo, pero no llevar a cabo esto de modos dañinos para nuestro cuerpo y mente. Además, si es terrible lo que no me dio tiempo a terminar en la jornada de hoy, si me van a despedir, si Luis malinterpretó lo que dije, etc., son cosas que no son seguras, sólo posibilidades; aún no han ocurrido, y es posible que jamás ocurran. Como decía Mark Twain: “las peores cosas de mi vida, nunca llegaron a suceder”. Sólo en nuestra mente, pero no en la realidad. ¡Rompamos ese hábito tan dañino! Sin embargo, que he trabajado, que mi inteligencia fue efectiva, que he sido amable con los compañeros, que me merezco descansar después del esfuerzo, eso parece bastante real, objetivo y ¡¡CON VALOR!!
Por eso te propongo que comencemos a trabajar en esto con el modelo de los CUATRO VALORES. Es sencillo, reconfortante y buscamos objetivos muy importantes:
1. conceder, pensar y sentir el valor que realmente posee cada una de las cosas que existen en:
VALOR A: en lo que ya soy
VALOR B: en lo que ya estoy haciendo
VALOR C: en lo que el mundo ya es y me aporta
VALOR D: en lo que yo aporto al mundo
2. reducir los hábitos críticos, estresantes, comparativos, que acomplejan, etcétera
3. generar espirales de consciencia y trabajo en lo que me resulta valioso
4. construir una autoestima más sana, completa y realista
5. gracias a todo lo anterior, experimentar un estado de bienestar superior y más sostenible.
Como hemos visto en vídeos anteriores, la meditación es una herramienta y hábito de elevada eficacia porque puede acompañarte durante todo el día, ayudándote de modo sencillo. Puedes cultivar poco a poco lo que te propongas. En vez de la idea de que eres insuficiente, puedes saborear, conectar, sentir, disfrutar y valorar más todo lo anterior. Hay infinitas fuentes de valor en el mundo, pero hemos desconectado de ellas. Esta práctica que te brindo con mucho cariño y deseo que te ayude, supone practicar con frecuencia para conectar con lo que posee valor.
Muy buena práctica y que puedas conectar con tus CUATRO VALORES del modo que más te sirva.
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Un abrazo muy fuerte y muchas gracias por ser parte del cambio positivo.