Querido valiente:
Te escribo esta carta para que puedas quedarte y revisitar, si lo deseas, mi opinión acerca del debate que hemos tenido en las últimas sesiones. Parece que puedes estar cayendo en el desánimo, con ganas de abandonar el hermoso, aunque retador proceso de cuidarte. La verdad es que te entiendo. Es difícil. Duro. No es casualidad que hayamos decidido llamaros VALIENTES en vez de pacientes. Lo que ocurre es que creo que hay algunos errores en tus opiniones, y otros mayores en tus decisiones. Veamos:
a) “es demasiado esfuerzo”: entiendo que lo puede parecer. Suelo sugerirte que hagas tareas. Que salgas a caminar, que te esfuerces por salir del ciclo de pensamientos y conductas negativas, que practiques mindfulness https://positivarte.com/practica-mindfulness/, que mires dentro de ti todo el potencial y lo valioso que hay, que incorpores en tu cotidianidad diversas técnicas de psicología positiva https://positivarte.com/001-queeslapsicologiapositiva/ https://positivarte.com/tres-cosas-positivas/ , que leas libros de Thich Nhat Hanh https://positivarte.com/homenaje-a-thich-nhat-hanh-libros-frases-reflexiones-videoteca-positivarte-8/ o Seligman para ir incorporando poco a poco los modelos y técnicas con más validación científica, así como el entendimiento de cómo encarnar estilos de pensamiento, emoción y conducta idóneos. ¡Claro¡, cuántas cosas. Que implican esfuerzo, mucho esfuerzo. Sobre todo, ver lo positivo dentro de nosotros… “luchar” contra los hábitos negativos que vemos que son tan frecuentes en millones de personas en la actualidad. Pero… ¿es verdad que no puedes?, ¿es demasiado esfuerzo para ti?
Pero entonces, cómo es que, si has podido, aquellos meses que te encontraste mejor, vencer tus miedos en varias ocasiones, meditar al menos un par de veces por semana (incluso aunque fuese duro y llorases sin parar), hasta ir a probar esas clases de baile que decías que no podrías nunca porque te daba pánico. Y oye, hasta acabaste disfrutándolo y comprobando que no eres tan bicho raro como pensabas. Y luego… vuelven los pensamientos negativos y piensas que es demasiado esfuerzo y no vale la pena.
Pero entonces, si es demasiado esfuerzo… ¿no me dices que estás peor cuando dejas de cuidarte, de esforzarte por tu bienestar? ¿cómo será tu vida si abandonas tu autocuidado? Te dejarás ir pasando tus vacaciones en casa, tirado como un mueble viendo la televisión (dos muebles mirándose, ¡qué curioso!), y de vez en cuando entregándote a placeres vanos, que te motivan en el momento, pero te encuentras peor cuando acaban… y te das perfecta cuenta que no solucionan el problema, sino que lo potencian. Cada vez te encuentras peor, porque te decepcionas.
¿Qué sucede entonces?, ¿Cuál es la verdad más profunda y consistente?
1. cuesta mucho esfuerzo, pero merece la pena porque avanzas en lo que más te importa o…
2. mejor no esforzarte, porque es demasiado difícil ð pero eso te hace encontrarte cada vez peor.
Pero después de tanta investigación científica y millones de experiencias terapéuticas, tenemos ya muy claro lo que sucede. Vivimos en culturas donde han proliferado hábitos muy dañinos: el criticismo, la competitividad, el miedo, la inseguridad, la baja autoestima, la falta de tiempo y de apoyo. Pero a la vez, también sabes que detrás de tu esfuerzo está tu MÁXIMO POTENCIAL, TU MEJOR VIDA POSIBLE. Y no es fácil, dadas todas estas dificultades, creerte merecedor de esa maravilla, o que serás capaz de caminar ese sendero. Quizás te han dicho que no eres suficientemente bueno, y tu cabeza se llenó de cosas negativas que podrían pasar en el proceso (y si se ríen de mi…, y si me deprimo al ver que no puedo…). Y no nos engañemos, algunas de ellas se cumplirán, o incluso aparecerán otras peores aún de las que imaginaste. Pero incluso con todos los escollos posibles, trabajar por tu bienestar es SIN DUDA ALGUNA, TU MEJOR OPCIÓN. Y es lo que le recomendarías a cualquier persona que aprecies. Tú mismo lo has visto y sentido en primera persona cada vez que te has cuidado y esforzado en tus objetivos más importantes, no es un intento mío de convencerte. Cuando te has atrevido e implicado te has sentido mucho mejor, y has vivido cosas que te gustaron. Si rechazas la opción 1 estás cayendo en la trampa del corto plazo, de lo fácil, la zona de confort o como quieras llamarlo, porque no creo que de verdad tu pasividad, tu falta de valentía para construir lo importante debamos de ningún modo llamarlo confort. Piensas que no hay peligro ni esfuerzo si te pasas tres días viendo la tele. Pero es FALSO. Luego te sientes fatal, y es normal, porque sabes que estás tirando el gran regalo de la vida por la borda. Así que ese malestar te requiere muchísimo esfuerzo: levantarte de la cama sin ánimo, no tener energías ni para cocinar ni comer ni hacer nada. ¡VAYA SI HAY ESFUERZO AHÍ!
Por lo tanto, hemos resuelto el enigma. NO es demasiado esfuerzo. A todos nos cuesta construir lo que es relevante, pero es que, si lo ves como demasiado y no te esfuerzas, seguro te sentirás cada vez peor y eso al final requerirá mucha más energía tuya. Así que la decisión es clara: tienes que ESFORZARTE POR CONSTRUÍR TU MEJOR VERSIÓN. Puedes empezar por lo que te resulte más fácil, e ir poco a poco trabajando en la vida que quieres. Vencer la trampa del corto plazo (que sufrimos todos al levantarnos, ir a trabajar, ponernos a limpiar, a hacer deporte, a afrontar algo difícil, … y no sólo no pasa nada, sino que estamos forjando nuestra voluntad, nuestra valentía, y de paso diseñando nuestra vida a nuestro gusto), afrontar el miedo y descubrir, como ya has hecho otras veces, que cada paso de CRECIMIENTO te genera BIENESTAR. Puedes sentir el orgullo. Compruebas que no era tan difícil como pensabas. Experimentas un entusiasmo que sólo te debes a ti, a tu valentía de vivir sabiamente. PUEDES EMPEZAR AHORA MISMO. Ofrécete ese regalo y aprendes a valorar y a emocionarte con pequeño paso constructivo (mucho más que por las preocupaciones o miedos). Trabaja por no subestimar ni tus capacidades ni LA GRAN TRASCENDENCIA DE CADA PEQUEÑO AVANCE. En el centro de nuestra mente deben estar nuestros valores, nuestra emoción y ganas de construir lo que nos resulta más importante.
b) “No vale la pena”: también todas esas creencias autodestructivas que llevan acompañándote tanto tiempo, pueden fácilmente llevarte a leer esto desacreditando, etiquetándolo como charla barata de psicólogo. Pues discutamos también sobre el valor de la decisión. ¿Seguir sin afrontar la tarea del CRECIMIENTO –que, por cierto, creo que todos deberíamos tener, ya que quien más y quien menos tiene en su interior múltiples heridas o limitaciones, y si no las trabaja acabará transmitiéndoselas a sus compañeros, hijos, vecinos, etc.- ¿SÍ VALE LA PENA? Podrías intentar aportar pruebas, tal y como yo te aporté múltiples datos y razonamientos sobre la decisión acerca del esfuerzo. ¿Qué será de tu vida? ¿Mirarás pasar las horas del reloj, sabiendo que cada día te críticas más, te encierras más, permites una mayor adicción a aquello que te alivia temporal (e ineficazmente) tu vacío y tu dolor, dejando pasar el CLARO VALOR DE CADA MINUTO DE TI Y DE TU VIDA? ¿considerarás incluso el suicidio, acabando con todas tus infinitas posibilidades de vida, de sensaciones, de pensamientos bonitos, creativos, bellos, de emociones tan positivas que te harán olvidar lo malo? ¿pondrás la vista en tus dedos, sabiendo que estás dejando escapar entre ellos aquello que todos queremos? Sí, sí, lo sabes bien. Que te escuchen, te entiendan, te hagan reír, te abracen y te amen, sólo porque eres quién eres. Abrirte a conocer, a compartir, a ver en los ojos de otros que tienes la suficiente dignidad y valor para recibir amor. A disfrutar de vivir en calma, renunciando a atormentarte mentalmente, habiéndole quitado el alimento a tus miedos, a tu crítica, a tu exigencia, para poder por fin disfrutar de cada paso y de cada maravilla que la vida tiene para nosotros. Incluso las malas noticias, se lloran, se pasan y también nos ayudan a crecer. De ahí viene la expresión “valer la pena” y no de renunciar a luchar por esa vida sabia y feliz, que no es sólo nuestro derecho, sino también NUESTRO DEBER. Y cada minuto que le quites a la autocrítica, merece la alegría. Cada segundo que sonrías sinceramente, vale muchísimo. Cada vez que utilices esa valentía que tienes para hacer de tu vida algo bonito, ¡ESTÁS CUMPLIENDO TU DEBER Y TU SUEÑO!