“Para convertirte en tu propio psicólogo”, dice el Lama Yeshe, “no necesitas aprender demasiada filosofía. Lo único que tienes que hacer es examinar tu mente cada día. Cada día compruebas cómo están tus asuntos materiales, cada mañana compruebas la comida que hay en la nevera. ¿por qué no examinar el estado de tu mente? ¡Investigar el estado de tu mente es mucho más importante!”.
Cuando aprendemos a ser plenamente conscientes de los estados mentales, empezamos también a ver la forma en que son habituales, el modo en que están condicionados. La neurociencia moderna nos dice que hemos grabado nuestras reacciones del pasado en las sinapsis que envían mensajes de una neurona a otra, lo que hace más probable que en el futuro envíen el mismo mensaje. Prestando atención, reconocemos cuán a menudo la experiencia de un momento se ve seguida por una reacción inmediata. Puede que nos quedemos sorprendidos al ver lo impersonales y habituales que son nuestras respuestas. Pero poco a poco comprenderemos que la atención plena nos ofrece la opción de elegir una respuesta más saludable.
Un estudiante de meditación, Jeremy, me habló de lo difícil que le resultaba encontrarse con un antiguo amigo suyo, Zach, que le había traicionado en un negocio. Antes de eso, cada vez que Jeremy se encontraba con su amigo, experimentaba la visión de su amigo junto con un sentimiento de afecto, excitación y felicidad. Ahora, cuando lo veía, sentía ira, tristeza e infelicidad.
En estas dos situaciones, la experiencia sensorial de encontrarse con Zach era la misma. La diferencia esencial está en las cualidades mentales que surgían con la experiencia. Como eran vecinos, se encontraban a menudo. Habían intentado hablar; incluso habían probado a meditar. Sin embargo, los sentimientos de ira y resentimiento persistían. La visión de Zach traía consigo una respuesta automática condicionada por la traición. Jeremy podía sentir su mente y su cuerpo contrayéndose con dolor cuando el recuerdo surgía de nuevo.
En el siguiente encuentro, en vez de volver a visualizar por enésima vez la historia de su agravio, Jeremy se paró a advertir lo que ocurría. Investigó más profundamente el dolor. Sí, le había dolido. Pero ya había hecho lo necesario para evitar más perdidas. Respirando suavemente pudo advertir que no había ningún nuevo problema, que sus estados metales eran el resultado de un conflicto pasado. Respiró de nuevo y dejó que la ira y la agitación estuviesen, sosteniéndolas con la atención plena, sin alimentarlas. Empezaron a suavizarse, y apareció un sentimiento tranquilo de alivio. Cuando su ex amigo pasó ante él, pudo reconocer la traición, pero no se quedó atascado obsesivamente en los estados de infelicidad. Con este simple acto de observar sus estados, Jeremy dio un importante paso hacia la comprensión y la liberación.
Como Ajahn Chah enseñaba, «Cuando tienes sabiduría, el contacto con la experiencia es como estar ante un árbol lleno de mangos maduros. Podemos elegir entre los mangos buenos y los que ya están pasados. Escoges lo que más te conviene, porque sabes qué frutos te sentarán mal y cuáles te sentarán bien».
Al entrenarnos en la atención plena, empezamos el ver qué frutos son dañinos y cuáles son sanos. Practicando con las experiencias agradables y desagradables, descubrimos el poder de la atención plena para permitir una respuesta saludable a lo que sea que surja. La atención plena es el rey o la reina de los estados saludables. Se da cuenta de qué experiencias están presentes y crea las condiciones para que surja nuestra integridad, amor, generosidad y simplicidad naturales.
Con la atención plena en los estados mentales, podemos elegir entre practicar la paz o ir a la guerra, entre quedarnos apresados y atascados o liberarnos de los estados dolorosos y sentirnos bien. Podemos desprendernos de la capa de arcilla y dejar que brille el oro del interior.
PRÁCTICA: RECONOCER LOS ESTADOS MENTALES
Elige un día en que sientas que estás teniendo dificultades, y observa con atención plena tus estados mentales como si fueses un antropólogo, sin juzgarnos y sin resistirte. Generalmente aparecerán varios estados difíciles juntos. Pueden incluir preocupación, desasosiego, ira, confusión, codicia, nerviosismo y percepción errónea.
Determina tres momentos durante el día que hayas considerado difíciles. Fíjate bien y advierte de dónde provienen tus estados mentales. Sin ningún juicio, advierte qué estados mentales están presentes, su nivel de intensidad, cuánto duran y hasta qué punto te atrapan. Si te sirve, regístralos y descríbelos por escrito. Haz esto en dos días más de este tipo. Después de los tres días, date cuenta del efecto de reconocer con la atención plena los estados difíciles que has tenido. Si ha sido revelador o te ha ayudado a liberarte de su control, continúa la práctica.
A continuación, de la misma manera, fíjate en un día en que te sientas muy positivo, y empieza a observar con atención plena los estados saludables que están presentes. Quizás adviertas estados de equilibrio, claridad, flexibilidad, cordialidad, amor, sabiduría, confianza o alegría. Advierte los estados predominantes, su nivel de intensidad, cuánto duran y si te apegas a ellos. De nuevo, si te sirve, regístralos por escrito. Haz esto otra vez en dos días más de este tipo.
Después de los tres días, date cuenta del efecto de reconocer con la atención plena los estados saludables que has experimentado. Date cuenta de que puedes ser consciente de estos estados y favorecerlos con tu atención. Ahora que has aprendido a hacerlo, continúa esta práctica.
De “La Sabiduría del Corazón” (Jack Kornfield, 2010)