Psicología Positiva para las sociedades

Que un movimiento, como muchos califican a la Psicología Positiva llegue a calar en toda una sociedad es un reto que a priori puede sonar casi imposible. Pero lo cierto es que sí que podemos hablar de varias cosas sucedidas desde 1998 relativas al bienestar de las naciones. Con ese título nos habla Carmelo Vázquez de ese tema en La ciencia del bienestar, introduciéndolo con esta genial cita de Robert Kennedy de 1968:

El Producto Nacional Bruto no tiene en cuenta la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación o el disfrute en sus juegos. No incluye la belleza de nuestra poesía o la fortaleza de nuestros matrimonios; la inteligencia de nuestro debate público o la integridad de nuestros funcionarios. No mide ni nuestro ingenio ni nuestra valentía; ni nuestra sabiduría ni lo que aprendemos; ni nuestra compasión ni nuestra entrega a nuestro país; en resumen, lo mide todo, excepto aquello que hace que la vida merezca la pena”.

Y esto es grosso modo lo que pretende hacer la Psicología Positiva para las sociedades. Citando nuevamente a Vázquez, “Evidentemente, la satisfacción con la vida o el bienestar no es el único objetivo inmediato que deben perseguir las políticas públicas, pero sin duda es un elemento crucial que debería orientar la acción de los gobernantes y la política de Estado”.

Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, 2002, tenemos varias dimensiones de la Calidad de Vida:

1.- indicadores subjetivos

1.1.- bienestar subjetivo: el relativo al bienestar personal

1.2.- otras medidas:  confianza en instituciones

creencias en un mundo justo

bienestar psicológico social:

sensación de pertenencia

sensación de cohesión

sensación de actualización

sensación de contribución etc.

2.- indicadores sociales objetivos:   renta per capita

desempleo

alfabetización

mortalidad y morbilidad

calidad de vivienda

libertades políticas

derechos civiles

servicios sanitarios, sociales, educativos, …

tasas de criminalidad

nivel de corrupción

tasas de participación social

igualdad de género y etc.

En base a todo esto y muchos más hallazgos ya apuntados por varios investigadores, se propone una crítica –muy constructiva, eso sí- al hecho de que predomine el producto interior bruto (PIB) como medida universal del progreso o desarrollo de las naciones.

Al hilo de lo que ya insinuaba Robert Kennedy, han ido surgiendo varios indicadores alternativos al PIB como icono de “cómo está una nación”, precisamente por dejar éste de lado la importancia de el bienestar y la calidad de vida de sus habitantes. Éstos son algunos:

 

  •            Índice de Progreso Genuino (rprogress.org)
  •            Índice de Desarrollo Humano: PNUD
  •            Índice de Libertad Humana: Freedom House
  •            Índice de Potenciación de género: PNUD
  •            Índice de Felicidad del Planeta: New Economics Foundation
  •            Felicidad Nacional Bruta: Gobierno de Bután
  •            Índice de Bienestar Nacional: Kahneman.

Fuente: La ciencia del Bienestar, 2009

Al investigar un poco es bastante fácil encontrar datos sobre el índice propuesto por el monarca del Reino de Bután: Felicidad Nacional Bruta. Incluso a primeros de año pudimos ver por segunda vez al primer ministro de dicho reino que vino a hablarnos del término y sus aplicaciones en el Congreso Internacional de la Felicidad. También es fácil saber que quizás este país no predique con el ejemplo ya que sigue siendo de los pocos que aún no reconoce el sufragio femenino y tiene un porcentaje muy bajo de firmas y ratificaciones de los tratados de los Derechos Humanos Internacionales, pero hay que reconocerle el gran mérito de crear este índice, presentar resultados al mundo y proponer las medidas a realizar.

También Seligman dedica su último capítulo de La vida que Florece a este tema y nos arroja datos, en su investigación junto con Diener en 2004, bastante sorprendentes. Por ejemplo, para poner en tela de juicio la influencia del PIB, la capacidad adquisitiva o similares sobre nuestra felicidad, aquí tenemos la siguiente comparativa: Escala de satisfacción con la vida, siendo (7) completamente satisfecho y (1) nada satisfecho:

– Los norteamericanos más ricos según Forbes:         5’8

– Los amish de Pensilvania:                                            5’8

– Los inughuit de Groenlandia:                                      5’8

– los masai africanos:                                                      5’7

– muestra probabilística sueca:                                      5’6

Por lo tanto, parece que hay algo que se está persiguiendo desde las sociedades industrializadas que no responde para nada a la calidad de vida. Entonces, quizás sea un buen ejercicio el plantearnos, ¿por qué y para qué nos hemos apuntado a la carrera del PIB?.

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