Psicología Positiva en la Psicología Clínica y de la Salud

Para poder profundizar y especificar en esta amplia área, que supone la Psicología Positiva en la Psicología Clínica y de la Salud y que, podíamos categorizar como Psicología Sanitaria, conviene antes hacer una distinción:

– psicología clínica

– psicología de la salud

y para aclarar dicha distinción usaremos la definición de Rodríguez-Marín de 1998: la Psicología de la Salud tiene que ver con los aspectos cognitivos, emocionales y comportamentales asociados a la salud/enfermedad físicas; de que la Psicología de la Salud se preocupa primordialmente de la salud y enfermedad físicas y del cuidado de la salud física (aun reconociendo que la salud física y la salud mental están interrelacionadas); mientras que la Psicología Clínica se preocupa primordialmente de la evaluación, predicción y alivio de los trastornos de la salud mental (cognitivos, emocionales y comportamentales). [subrayado mío] Con ella, podremos dar cuenta de tan importante definición que en cierto modo favorece el reconocimiento de la importancia de tener en cuenta los factores psicológicos en el diagnóstico, tratamiento e incluso prevención de las enfermedades físicas, o sea, también en la salud física.

Atención al tratamiento de los trastornos de la salud mental desde la Psicología Positiva: Psicología Clínica Positiva

La Psicología Clínica es una disciplina muy sólida y que ya goza de una compleja trayectoria en nuestro país. De hecho, en los últimos años parece haberse fortalecido gracias al “movimiento” que apoyaba la realización de meta-análisis basados en la eficacia y su evidencia, convirtiéndose en una tendencia creciente la investigación, mención y uso del concepto “tratamiento empíricamente validado”. Pero desde el prisma de los que nos dedicamos a la Psicología Positiva, éste es un gran comienzo, muy necesario dada la falta de credibilidad que aún ronda sobre la terapia psicológica en nuestra cultura, pero que deja muchas áreas sin cubrir. Quizás la más reseñable de ellas es la prevención, sea ésta la global o la relativa a las recaídas. Existen tratamientos que tienen una buena eficacia sostenida, pero ¿podemos darle al individuo herramientas para no sólo dejar de experimentar síntomas sino además mejorar diversos aspectos de su vida?. La Psicología Positiva parece estar dando respuestas afirmativas muy contundentes a esta cuestión, y ello nos lleva a comentar una disyuntiva existente a este respecto, en base a las siguientes dos posibilidades:

  1. a) la Psicología Positiva constituye un complemento a la Psicología tradicional
  1. b) la Psicología Positiva y sus técnicas pueden constituir fuentes de tratamiento empíricamente validados en un futuro no muy lejano

Vamos aquí más allá de las posibilidades que plantea Vera en 2008 en las que contempla la opción a) junto con un mero carácter preventivo fuera de la clínica. Creo que verdaderamente, el desarrollo personal, empowerment o como quiera definirse, además de tener unos claros beneficios en la prevención, constituye una intervención con un gran valor y efecto “per sé”, como objetivo.

En base a la “corriente” antes mencionada de los tratamientos empíricamente validados, cabe decir que en su inmensa mayoría, a la hora de tratar los trastornos mentales, la alternativa más efectiva y eficiente son los tratamientos psicológicos. Como menciona Cano en infocop-online hay un predominio de tratamientos farmacológicos para los trastornos mentales, cuando según la revisión de Pérez et al. 2003, la eficacia la obtiene mayoritariamente el tratamiento psicológico. Revisando las tablas finales de dichos manuales podemos visualizar rápidamente que el tratamiento farmacológico sólo está bien establecido para:

  1.             la agorafobia
  2.             el trastorno de ansiedad generalizada
  3.             el trastorno obsesivo compulsivo
  4.             la depresión
  5.             el trastorno bipolar
  6.             la eyaculación precoz
  7.             el tabaquismo
  8.             dependencia a la heroína

dentro de 48 categorías de trastornos mentales y de salud en adultos y otras 9 ** en infancia y adolescencia. Creo que es muy de destacar a este respecto, que de estas 57 categorías sólo en 2 (trastorno bipolar y esquizofrenia) es tratamiento de elección la farmacoterapia, y en ambos en combinación con tratamiento psicoterapéutico. Quiere esto decir que en los 8 trastornos donde sí está bien establecido el tratamiento con fármacos, sólo en estos 2 se considera tratamiento de elección (junto con la Terapia Psicológica), porque hay otros tratamientos psicológicos más eficaces y/o eficientes.

Desde los años 90 sabemos mucho acerca de qué es lo que importa en un proceso de psicoterapia, qué lo hace eficaz:

Tenemos estos porcentajes tan interesantes, que nos dicen que es más importante para la eficacia terapéutica lo que llaman factores comunes, que son propios de todas las escuelas de psicoterapia conocidas.

Ello apunta, a mi modo de ver, a que cuando la Psicología Positiva adquiera más cuerpo teórico y técnico tendrá resultados similares, y siempre y cuando la trayectoria curricular de los practicantes de la Psicología Positiva sea semejante a la de las otras escuelas sólidas de psicoterapia, esta disciplina podrá usarse en terapia con resultados muy satisfactorios (por supuesto me refiero a las dos posibilidades comentadas: PsP como complemento de la Psicoterapia tradicional e intervenciones de PsP puras).

Intrincado con esto está el tema de los modelos de los trastornos psicológicos: todos han sido creados desde enfoques centrados en el problema, el síntoma o el trauma (con sanas excepciones, como los que entienden la aparición de la depresión en base a la gestión de los reforzadores –pérdida de su eficacia, reducción de su número, …-). Quizás en unos años nos encontremos con reformulaciones de dichos modelos explicativos que tengan en cuenta qué está fallando en la consecución del bienestar o la felicidad de los afectados o por ejemplo cómo la baja inteligencia emocional ha derivado en unos u otros problemas.

Además, también es muy interesante el debate de cómo consideramos a la persona, en una escala de salud o bienestar.

En muchos textos y manuales, para explicar la PsP, se recurre a la metáfora de una escala: mientras la Psicoterapia tradicional se ocupa de hacer llegar al individuo del rango -10 al punto 0, donde ese tramo comprende la psicopatología, la PsP estaría más enfocada a hacer avanzar al individuo del punto 0 hacia el tope del tramo hasta + 10.

Pero, ¿Cómo repartimos los amigos?: ¿es pertinente o se está usando ya el arsenal teórico y técnico de la PsP en el tramo -10 a 0? En base a lo explicado de los factores comunes y a las técnicas de demostrada eficacia que expondremos a continuación (por ejemplo, Vázquez, C., Hervás, G. y Ho, S. (2006). Intervenciones clínicas basadas en la psicología positiva: fundamentos y aplicaciones. Psicología Conductual. 14, 401-432 ** esto es para quitar, y dejar para el libro. Quién estudió la Psicología Positiva en depresión. Quizás Seligman, para el tratamiento de la depresión), creo que podemos dar un confiado SI. ¿Es el rango de 0 a +10 de exclusiva competencia de la Psicología Positiva?: Rogers y Maslow hablaban de la aceptación incondicional y la autorrealización, la terapia sistémica siempre plantea preguntas del estilo ¿Qué haces bien?, ¿Qué funciona?, ¿en qué disfrutas?. Por lo tanto, creo que toca hablar de un NO.

Muchos de los detractores de la PsP insisten en resaltar este “enfoque en el bienestar y las potencialidades” de autores clásicos en Psicología, pero desde luego, sería absurdo negar que la disciplina lleva casi el total de su más de un siglo de existencia centrada en la patología y cómo tratarla, lo que no funciona. Dentro de que es absurdo pensar que la felicidad, virtudes, fortalezas, así como su estudio y potenciación son ideas originales de Seligman y seguidores, me parece lo justo conceder a la PsP el mérito de haber rescatado el interés en ello y el promover un abordaje muy serio y sistematizado, basado en el método científico. Que los psicólogos nos hagamos responsables, y lo hagamos bien, del estudio del bienestar humano, es, desde mi punto de vista, una consecuencia lógica a la historia de la Psicología y al contexto social en el que ésta se mueve. Es más, cuanto mejor y antes lo hagamos, proporcionaremos herramientas (teóricas y técnicas) válidas para las personas que buscan en el coaching, la sanación, las constelaciones familiares y un infinito etcétera, respuestas y propuestas, que por desgracia no cuentan con un respaldo científico suficiente, a sus preguntas y necesidades relativas a cómo sentirse mejor y ser más felices.

¿Quién sino, de todos los campos científicos existentes, está capacitado y es competente para generar conocimiento en áreas como felicidadbienestarcrecimiento personal?

Sin duda la PsP tiene mucho de innovador. Aunque es cierto que trabaja sobre múltiples conceptos ya clásicos, me da la impresión que a nadie se le ocurriría tachar a la Psicoterapia tradicional de nada innovadora o ejercicio de plagio por usar términos como la melancolía (del griego clásico) o pánico (del semidios griego Pan). Podemos enumerar algunos de los puntos que caracterizan a lo que la PsP está aportando en la clínica:

  • evaluación inicial positiva: lo que funciona, las habilidades, las aficiones (también usada por otras corrientes psicoterapéuticas)
  • evaluación de las fortalezas personales del carácter
  • reducción del énfasis en el problema y de su consideración y trato a lo largo de todo el proceso
  • en base al punto anterior, intención puesta en el incremento de las emociones positivas y uso de temas constructivos. Muy importante no confundir esto con pasar por alto o negar lo negativo, sino que a la vez que se favorece la catarsis y se trabaja con ella, se realiza un modelado de un afrontamiento positivo de los problemas, que permite relativizar su importancia o presencia subjetiva en la vida del cliente.
  • aplicación de técnicas positivas
  • explicación y uso de modelos de la PsP
  • creación de una red de herramientas que favorecen el bienestar personal,
  • etc.

Atención al tratamiento de la salud y enfermedad físicas desde la Psicología Positiva: Psicología Positiva De la Salud:

Matarazzo define en 1989 la Psicología de la Salud como “conjunto de contribuciones específicas educativas, científicas y profesionales de la disciplina de la Psicología a la promoción y mantenimiento de la Salud, prevención y tratamiento de la enfermedad, e identificación de correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad y disfunciones relacionadas”. En este campo la Psicología Positiva todavía no ha alcanzado grandes avances, pero sin duda es y será una rama importante, dadas sus implicaciones claras sobre la supervivencia, obviamente la salud, y la calidad de vida de todos los ciudadanos.

En el manual de Psicología Positiva Aplicada, editado por Vázquez y Hervás, podemos encontrarnos ya con un capítulo dedicado en exclusiva a estos aspectos, con datos tan interesantes como los siguientes:

  • los estilos explicativos optimista y pesimista son un buen predictor de los resultados en la salud y el bienestar, pudiéndose trabajar desde la perspectiva de Kamen y Seligman, 1987 (estilo explicativo pesimista-optimista) o la de Scheier y Carver, 1985 (optimismo disposicional).
  • Taylor y cols. en 2000 encuentran que “las ilusiones positivas en enfermos de SIDA y cáncer correlacionaron positivamente con un aumento en la supervivencia comparada con aquellos que tenían una visión realista de la enfermedad”
  • las personas optimistas poseen mayor receptividad y asimilan mejor la información negativa relacionada con conductas de riesgo (Aspinwall y Brunhart, 1996)
  • además presentan los editores la descripción del Programa para la Potenciación de los Recursos Psicológicos (pp 208-209).

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