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APRENDE GRATIS, La meditación de la montaña con Positivarte Psicología Positiva

la meditación de la montaña con positivarte Psicología Positiva

PositivArte te ayuda a descubrir el Mindfulness. Una técnica de meditación y atención plena con la que aprenderás a vivir el momento presente, el aquí y el ahora. Gracias a estos audios creados por el director de PositivArte, Iago Taibo Corsanego, podrás adentrarte en esta técnica milenaria de salud integral.

Compartimos los fragmentos de los audios extraídos de nuestros talleres de Mindfulness y Compasión. Hoy, la meditación de la montaña.

Bienvenido a la práctica de la montaña

La postura ideal para esta práctica es la conocida como la flor de loto o el medio loto, en ella, nos sentamos sobre un cojín duro, o un zafú y apoyamos las rodillas en el suelo, lo cual nos permite tener la espalda erguida, pero no rígida. Los brazos están apoyados en las rodillas, sobre los muslos o descansando con los antebrazos apoyados en las caderas. Una alternativa seria sentare en una silla, pero idealmente sin apoyar la espalda en el respaldo lo que nos va a obligar a tener una postura y una actitud más activa.

Buscamos con la postura, que nos sea fácil imaginar que somos una montaña, por lo tanto, la espalda erguida y los brazos apoyados, y sobre todo la firmeza de la postura nos va a ayudar a esa sensación de montaña.

Te voy a pedir que te imagines una montaña, una que puedas conocer bien porque la visites con frecuencia o sea un lugar que hayas recorrido en tu infancia muchas veces o tenido en frente en tu casa. Pero también puede ser una que imagines, aunque lo ideal sea de forma concreta para que la idea de montaña no cambie mucho durante la práctica.

Con tus ojos cerrados puedes imaginarla visualizar su forma, si es muy picuda o más bien redondeada, los colores que dominan en ella, si su ladera es lisa o hay múltiples árboles, la forma de la ladera y de la base, como son. Puedes visualizar de lejos la montaña, mírala, visualízala con todos los detalles y nitidez posibles, pero sin cambiar nada en ella.

Ahora permite el hecho de que la montaña y tú os vayáis acercando progresivamente, poco a poco, esa cercanía aumenta hasta llegar a fundiros en uno. Esa fusión facilitara que tu cabeza se convierta en la cima de la montaña, tus hombros y el tronco serán la ladera, y las piernas la base.

Y con esta nueva condición de montaña, puedes observar que está ahí, inmóvil, aquí y ahora, pero inmóvil. El sol la ilumina, pero en sus cambios en el movimiento solar cambian los colores de la montaña y en ciertos momentos se hacen más intensos, más brillantes, en ciertas horas del día hay más calor, otras menos, pero la montaña no se inmuta, a penas se ve afectada por tales cambios.

A lo largo del día, el sol se va moviendo y acaba por desaparecer, aparece la luna, y la noche se va instaurando poco a poco, pero la montaña no se inmuta. Si es otoño, podemos ver con el transcurrir de los días, como van cambiando los tonos: amarillos, naranjas. Las hojas se van cayendo, los arboles van mudando de forma, pero la montaña no se inmuta. Cada día el sol y la noche van cambiando y ejerciendo diferentes influencias sobre la montaña, pero, aun así, esta no se inmuta.

Y va llegando el invierno, las condiciones se vuelven aún más extremas, llegan las lluvias, se hacen más frecuentes, mojan toda la ladera, cada área de la montaña, pero ella sigue ahí, sin moverse. Puede haber un mínimo cambo en su superficie, pero la montaña no se ve afectada. Puede llegar incluso a nevar, granizar, con la fuerza y la dureza de estos fenómenos, sobre la superficie, sobre cada rincón de la montaña, pero sigue ahí, sin inmutarse. La montaña observa todos esos cambios, pero no se inmuta.

El frio puede llegar a niveles muy intensos y, aun así, apenas se puede percibir el efecto sobre la montaña. Y poco a poco va llegando la primavera, las temperaturas vuelven a suavizarse, las lluvias a reducirse, los arboles y plantas cambian, florece, pero la montaña sigue ahí, simplemente observando todos esos cambios, no se inmuta.

Y aunque la primavera es una época suave, pronto llega el verano y la vegetación empieza a secarse, a marchitarse, el calor aumenta y aumenta, puede llegar a niveles extremos, el sol crece día tras día en intensidad, pero la montaña no se afecta. Puede incluso que hasta por tener tanta vegetación seca, y la intensidad del calor, se cree algún incendio y se abrase esa vegetación de la zona de la ladera de la montaña, pero, aun así, la montaña no se inmuta. Puede observar todos estos cambios sin sufrir a penas modificaciones, afectación de ningún tipo.

Disfruta de la posibilidad de tu ser también montaña, seguro que a lo largo de tu vida has recibido y recibirás múltiples agresiones de diversos tipos, del propio clima, agresiones verbales, presión de otras personas, o incluso de ti mismo, de ti misma, pero date cuenta de que aquí sigues, has observado todos esos cambios, pero posees una gran solidez, aunque puedas cambiar en ciertos modos, tu esencia no se inmuta, eres montaña.

Cuando quieras terminar esta práctica, puedes visualizarte separándote poco a poco de la montaña que habías visualizado, deshacer esa fusión y volver a ver esa montaña progresivamente desde más lejos. Y antes de terminar, como en cada práctica, pregúntate si quieres/puedes, agradecerte por estar cuidando de ti, trabajando en tu solidez, trabajando en tu estabilidad y quizás quieras sonreír al saborear este trabajo y este potencial que desarrollas con la práctica.

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