Optimismo Inteligente y sus ventajas
Hoy en día, cuando se habla de optimismo, son muchas las personas que lo interpretan como una actitud ingenua de focalización en los aspectos positivos de la realidad, ignorando o incluso negando aquellos desagradables y complicados de ésta. Durante mucho tiempo, se ha venido haciendo una distinción entre optimismo, realismo y pesimismo, como si se tratara de categorías totalmente independientes e incompatibles entre sí.
Sin embargo, Daniel Goleman ya defendía en su libro Inteligencia Emocional (1995) la utilidad de un optimismo realista – no ingenuo -, consistente en “tener una fuerte expectativa de que, en general, las cosas irán bien a pesar de los contratiempos y de las frustraciones”. En esta misma línea, el optimismo ha sido uno de los objetos de estudio más importantes de la Psicología Positiva. Martin Seligman, uno de los investigadores del concepto más destacados, nos presenta en su libro Aprenda Optimismo (1991) lo que denomina Optimismo Inteligente. Posteriormente, María Dolores Avia y Carmelo Vázquez publicaron el libro Optimismo Inteligente (1998).
Basados en este concepto, la evidencia científica nos ha aportado numerosos datos sobre las características asociadas a las personas optimistas, como que suelen experimentar más emociones positivas, pudiendo resolver problemas con mayor eficacia. Además, se sienten más capaces de afrontar y disfrutar los retos, siendo más persistentes ante estos y teniendo una mayor probabilidad de éxito. Por otro lado, el optimismo también va asociado a una mejor salud (física y psicológica), mejor envejecimiento e incluso una vida más longeva.
¿Qué pueden aportar las personas optimistas en las empresas?
El entorno empresarial actual requiere un alto nivel de exigencia para poder afrontar los retos cada vez más complejos con los que nos encontramos. Ante esto, un alto concepto de autoeficacia, así como un buen nivel de motivación y la capacidad de perseverar en la consecución de las metas, son cruciales. Ante las dificultades, las personas optimistas tienden a un estilo de afrontamiento basado en el enfrentamiento del problema y no en la evitación – como es el caso de los pesimistas – (Scheier y Carver, 1985). Goleman opina que tener expectativas de éxito es más energizante que una falta de confianza o el miedo a fracasar, que pueden bloquear nuestra motivación. Por otra parte, según Barbara Fredrickson en su Modelo de la Ampliación y de la Construcción (1998), experimentar emociones positivas favorece una perspectiva de análisis y acción más amplia, facilitando la construcción de recursos personales ante situaciones difíciles.
Actualmente, la incertidumbre es mucho mayor que hace décadas, en gran parte provocada por los rápidos y constantes cambios del entorno empresarial y social en el que nos encontramos – las oportunidades laborales ya no nos proporcionan la estabilidad que se producía en épocas anteriores. Según Scheier y Carver (1985), las personas optimistas suelen sentir que tienen una mayor capacidad de control para que las dificultades finalmente tengan solución. Esta sensación de control puede ser de gran ayuda para desenvolverse en un entorno inestable.
¿Cómo podemos potenciar el optimismo en la empresa?
Afortunadamente, para Seligman el optimismo es una actitud que se puede entrenar. Teniendo esto en cuenta, ¿cómo podríamos potenciarlo desde la propia organización? A continuación proponemos una serie de sugerencias:
- Educar a los empleados en estrategias para desarrollar una perspectiva más optimista, pudiendo ponerlas en práctica en situaciones que lo requieran.
- Fomentar el conocimiento y reconocimiento de las fortalezas de las personas, así como de los propios equipos. El conocimiento de las habilidades y fortalezas es importante para desarrollar un buen nivel de autoeficacia, así como para comprender los recursos que podemos poner en juego a la hora de intentar abordar un problema.
- Elogiar el buen trabajo, y no solamente los buenos resultados. Como en el deporte, cuando nos enfrentamos a retos es importante focalizar nuestra atención en realizar bien nuestro trabajo, ya que a veces incluso con la mejor técnica los resultados no son como nos esperábamos. Aunque los resultados son muy importantes, también lo es la motivación y el reconocimiento del esfuerzo y el trabajo bien hecho. En caso de que hubiera que cambiar algo de la forma de trabajar, es importante saber comunicar bien la diferencia de lo que se debe modificar y las actitudes que convienen mantenerse. De este modo podemos minimizar la sensación de no ser capaces de hacer bien las tareas, así como de no tener cierto control sobre los resultados.
- No censurar los errores y fracasos. En muchas ocasiones, el fracaso es una parte natural e inevitable del proceso para un éxito a largo plazo. Aunque es importante hacer un análisis ante tal situación e intentar que no vuelva a suceder, una crítica mal enfocada puede entorpecer que las personas perseveren ante los errores por miedo a volver a fracasar, o por la sensación de que no se es capaz de conseguir lo que se pretendía.
- Tener en cuenta el propio optimismo como criterio de selección de los empleados. Actitudes como el optimismo o pesimismo son fáciles de contagiar y aprender en los equipos, por lo que seleccionar a personas optimistas sería una manera muy natural de potenciar el optimismo en la empresa.
En PositivArte tenemos una amplia experiencia organizando talleres e intervenciones que potencian el optimismo en las organizaciones. Si estás interesado en beneficiarte de las muchas ventajas que el optimismo puede aportar a tu organización y quieres convertirte en una empresa positiva, no dudes en contactarnos en info@positivarte.com.
Iria Sánchez,
Psicóloga Especialista en Psicología Positiva Aplicada.